sábado, 6 de marzo de 2010

Hasta que la tinta nos separe


El evento literario de mayor importancia en México tiene por sede el majestuoso Palacio de Minería. La edición XXXI de la Feria Internacional del Libro contaba una vez más con una amplia gama de editoriales, autores y textos de gran calidad.

El último lunes de febrero representaba un inicio más de semana laboral, lo cual influyó de manera negativa en la afluencia de público al recinto ubicado en Tacuba No. 5. Al filo del mediodía, bajo los intensos rayos emitidos por un sol esplendoroso, la cantidad de visitantes era inversamente proporcional a la vasta oferta cultural de la FILPM.

Las entrañas del Palacio de Minería se convirtieron en el refugio perfecto para miles de libros, revistas y cómics, bajo sus bellas paredes, columnas, escaleras, pasillos y galerones, los libros cobraron vida, parecían formar un organismo de múltiples colores, tópicos y objetivos, una combinación interesante, intrigante, novedosa, fresca y cautivadora.

Las personas que ahí convivían eran en su mayoría jóvenes, alumnos de secundaria y preparatoria quienes habían sido animados –obligados– a ir por sus profesores, actividad que beneficiaría sobremanera su crecimiento integral –en la boleta de evaluación–. Sin embargo, no faltaron los individuos que sorprendieron gratamente con su interés y afecto hacia esas bellezas conformadas por hojas y tinta, objetos mágicos que se niegan a desaparecer ante el crecimiento exponencial de las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC).

¿Miedo y soledad? ¿Éxito y fracaso? ¿Costumbres y tradiciones? ¿Ancestros? ¿Dicotomías existenciales? ¿Anhelos y utopías? ¿Novelas? ¿Recuentos históricos? ¿Crónicas inverosímiles? ¿Narraciones épicas? ¿Cuentos fantásticos? ¿Realidad o ficción? ¿México mágico? ¿Universo? ¿Flora y fauna? ¿Deporte-espectáculo? ¿Poder? ¿Modos de producción? ¿Amor?... Un sinfín de escritos se presentan como posibles respuestas o definiciones para los conceptos anteriores, aunque si la dialéctica no se equivoca, los textos hasta hoy publicados sólo generarán otro tipo de cuestionamientos, la humanidad no cesará en su intento por dar explicación a todos los fenómenos que a diario percibe, por ende, los libros –amigos míos– seguirán redactándose a diestra y siniestra, casi por inercia. ¡Larga vida a la Feria del Libro!

Conferencias, presentaciones, talleres infantiles y juveniles, actividades recreativas, stands de editoriales prestigiosas como Gandhi, Larousse, Porrúa, Fondo de Cultura Económica y Alfaguara, cafetería y locales con souvenirs, descuentos y remates de libros, además del placer causado al ser testigo de una fiesta sui géneris, donde las letras, las frases y los papeles son los anfitriones, ¡a sólo 10 pesos con credencial de estudiante! Dádiva invaluable de contenido misterioso, pero alucinante; experiencia especial e inolvidable; creación o solidificación de un vínculo indestructible –el libro y la persona–.

Horas después, el recorrido parece haber concluido, pero en realidad apenas inicia, pues en la memoria, en esa libreta invisible e imaginaria, el recuerdo ha quedado grabado con tinta indeleble. El libro llamado vida ha registrado una historia más en sus páginas y seguirá dando fe de los hechos hasta que la tinta –roja– deje de fluir.