jueves, 6 de agosto de 2009

¡Entrevista a Bob Esponja!

El equipo de buceo me hacía sentir bastante pesado, pero era de vital importancia soportarlo si acaso quería seguir con vida, ya que la falta de oxígeno en el fondo marino es letal para los seres humanos. A decir verdad, la entrevista a Bob Esponja siempre había sido un anhelo bastante peculiar, representaba un gran reto periodístico.

Nadé por todo el Océano Pacífico hasta llegar a Fondo de Bikini, hábitat de múltiples criaturas, entre las cuales encontraríamos a nuestro amigo, la esponja marina. Ahí estaba él, esplendorosamente amarillo, poroso y absorbente. Traía puestos consigo sus inseparables pantalones cuadrados, unos zapatitos negros y llevaba en su bolsillo una fantástica espátula.

Nos saludamos con gran afecto, su vivienda constituida en forma de piña, estaba detrás de nosotros proporcionándonos un poco de sombra ante los intensos rayos solares que caían sobre Fondo de Bikini. Su mascota, Gary, se asoleaba con singular alegría sin inmutarse por mi presencia. Bob me ofreció un helado cacahuate para amenizar nuestra charla. Fue así que ingresamos a su casa y formalmente inició la entrevista.

Daniel: Bob, muchas gracias por tu amabilidad y hospitalidad. Bien, ahora quisiera que me contaras ¿cuándo se dio tu lanzamiento a la pantalla chica? ¿Cuándo surge el mito de Bob Esponja?
Bob Esponja: De nada amigo –con una gran sonrisa dibujada en su cara, sin duda la más honesta que he visto en un ser vivo–. Verás, a principios del año 1999 recibí una propuesta de un productor de Nick, él me ofreció transmitir mis vivencias para ustedes los seres humanos, lo cual me agradó bastante, y fue así como el 1 de mayo de ese mismo año se transmitió el primer capítulo de mi serie.
D.: ¿Quién es tu mejor amigo aquí abajo?
B.E.: ¡Oh! Por su puesto que Patricio, él siempre me acompaña en mis travesías, es la mejor estrella de mar que hay en al mundo, quiero mucho a Patricio –decía esto mientras sus ojos prácticamente salían de orbita, su cuerpo esponjoso se ensanchaba y sus brazos hacían ademanes que mostraban la felicidad que lo embargaba al hablar de Pat.
D.: ¡Vaya!, realmente irradias alegría Bob, me encanta tu actitud. Dime ¿cuál es tu pasatiempo favorito en Fondo de Bikini?, –terminando esta frase disfruté de dos o tres probadas de mi helado cacahuate.
B.E.: Es curioso que menciones eso Dany, dado que me gusta hacer muchas cosas... –10 minutos y 13 segundos después de un arduo y duro trabajo mental por parte de Bob.
D.: Bob, Bob, ¡despierta!, –sacudí con fuerza su contorno cuadrado.
B. E.: ¡Ah!, –con un gran suspiro regresó a este mundo y dijo– me encanta jugar con las medusas, ¡es emocionante atraparlas! Comparando nuestros hogares, las medusas son como las abejas que habitan en donde tú vives.
D.: –¡Que gran sujeto!– ¡Vaya Bob!, sí que debe ser divertido, si quieres vamos a jugar con ellas después de platicar.
B.E.: ¡Wow! Es una gran idea Dany –gritó con fervor.
D.: Bob, ahora cuéntame… ¿A qué te dedicas?, porque sé que no eres una esponja cualquiera, no ingieres tu alimento por inanición, sino que degustas de comida deliciosa, por ende debes trabajar para sostenerte, ¿verdad?
B.E.: Claro amigo, trabajo en el Crustáceo Cascarudo, propiedad de Don Cangrejo, es el mejor restaurante de estos lares, se sirve la mejor comida, siendo lo mejor la cangreburger.
D.: Háblame más acerca de ese manjar.
B.E.: Pues mira... Lleva una capa de carne, lechuga, pepinillos, una salsa especial y un toque secreto, que es donde radica la magia de nuestra fórmula secreta –babeaba más que un bebé de 6 meses, era asombroso ver su cara, parecía tener una cangreburger frente a él.
D.: ¡Vaya! Es fenomenal, además supongo que amas tu trabajo, te he visto. Oye, y ¿qué sientes por Gary?
B.E.: Gary es más que una mascota, es como de mi familia, me escucha cuando me siento mal, es extraordinario, su maullido es de los mejores sonidos que he escuchado.
D.: Jajaja –expresé con singular alegría–. Por último Bob, me puedes platicar  un poco del restaurante Fiesta Cacahuate, porque sé que eres fan de ese lugar.
B.E.: Es un lugar increíble, no hay un mejor lugar para comprar helados, los amanecer cacahuate son geniales –súbitamente su semblante cambió y comenzó a decir algo en voz baja, su tono fue en aumento y escuché que interpretaba una canción.
B.E.: ¡Soy un cacahuate, sí!, ¡eres un cacahuate, sí!, ¡todos somos cacahuates, sí!, cacahuate, cacahuate, ¡sí! –¡Genial! No me pude contener, me sentí invadido por su canción y entonces… Ambos cantamos al unísono mientras salíamos a cazar medusas.
D. y B.E.: ¡Soy un cacahuate, sí!, ¡eres un cacahuate, sí!, ¡todos somos cacahuates, sí!, cacahuate, cacahuate, ¡sí!



Ciudades desiertas

Agustín, José. Ciudades desiertas. México, Ed. Edivisión, 1982.

Es una novela sui géneris, con un final excéntrico, anómalo, estrafalario, o cualquier adjetivo que exprese rareza. Esta historia, narrada por José Agustín, es bastante vanguardista y especial, dado que describe con vastos recursos literarios los ambientes, lenguajes, actitudes y aptitudes, que caracterizan tanto a las ciudades mexicanas y estadounidenses, como a los ciudadanos “tricolores” y a los ciudadanos de las “barras y las estrellas”.

Tengo la impresión de que el título de la novela es ése, porque el desarrollo del texto nos va mostrando que las ciudades estadounidenses son higiénicas, ordenadas, grandes, amplias, con grandes comercios, seguras, etc., en fin, parecieran ser perfectas. Sin embargo, a pesar de aquellas cualidades, los individuos que ahí habitan, carecen de vida propia, calor humano y ambiental, felicidad, asombro por los actos humanos y naturales, cariño y afecto al prójimo, y de raíces profundas, que les permitan sentirse orgullosos de su terruño y de sus antepasados.

Gracias a esas descripciones tan detalladas que realiza el autor, podemos apreciar que los “gringos” son nómadas, no se identifican al cien por ciento con la tierra en la que viven, buscan su identidad a lo largo y ancho de “gringolandia”, la cual probablemente no hallarán en ningún lugar. Esta situación los orilla a tener cierta envidia de la riqueza cultural que los mexicanos poseen, a pesar del poco agrado que sienten por la "raza de cobre".

Pasando a otro orden de ideas, Susana y Eligio (protagonistas de esta historia), experimentan diversas sensaciones y pensamientos, la mayor parte del tiempo enclavados en un país que a cada segundo que pasa les hace sentir que no es el suyo, los desalienta y de a poco les quita su vitalidad.

Susana quiere reencontrarse consigo misma, por eso decide aventurarse a vivir conforme su cuerpo y su mente se lo exigen. Surge en ella una sensación ambigua, ya que algunos acontecimientos la hacen sentirse vacía, pero al mismo tiempo, le provocan una sensación excitante, acompañada de curiosidad y adrenalina. Busca escenarios peligrosos para saciar sus más íntimos anhelos.

Eligio es un hombre que entrega todo de sí en cada una de sus acciones; es sonriente, dicharachero, carismático, y probablemente sea el retrato perfecto que se haría en el extranjero, sobre la fisonomía y comportamiento del mexicano “tipo”. Él, parece ser que viaja motivado por el amor que siente por Susana, sin embargo, hay una incongruencia total entre sus palabras y sus actos, ya que al encontrar a su esposa arremete en su contra de forma verbal, psicológica y física, lo cual llega a crear la sensación de que quizá él estaba obsesionado con la susodicha, debido a que en diversas ocasiones fue a su búsqueda, pero no para tratar de arreglar las cosas, sino para actuar de manera visceral (por no decir animal), arremetiendo en su contra, e incluso, en contra aquél “tipejo” con quien ella se escapaba (Slawomir).

La idea anterior se sostiene con el siguiente argumento: cuando una persona ama de verdad a su pareja, en primera instancia se debe amar a sí misma, lo cual le hace falta a Eligio. Incluso, él se daba cuenta de que Susana estaba jugando “al gato y al ratón”, y que ella huía de él porque a su lado no podía ser libre y auténtica, en conclusión, no podía ser ella misma.

La monotonía, la vida cotidiana y lo predecible que se había tornado el matrimonio estaba desquiciando a Susana, por ende siempre estuvo en busca de algo más. Todo eso no mermo el supuesto amor de Eligio, ya que a pesar del comportamiento y accionar de Susana, él seguía diciéndole que ella era su mujer, la persona con la cual debía estar por el resto de su vida, el motivo de su existir.

Susana es un personaje bastante raro, pero José Agustín nos muestra a través de esta mujer que las féminas tienen el mismo derecho a la libertad (en todas las extensiones de esta palabra) que los hombres; y que como los hombres, ellas también pueden abandonar su hogar al no sentirse plenas y en sintonía dentro de su matrimonio. Quizá, este detalle sea de lo más importante dentro de Ciudades desiertas, ya que a pesar de que Eligio parece ser un clásico “macho mexicano”, la historia es anti-machista, pues trata de darle la real valía a las decisiones y acciones llevadas a cabo por las mujeres. Otro rasgo que transfiere fuerza a este argumento, es que Eligio tiene la capacidad de arrepentirse, de llorar, de sufrir y de sentir, aspectos que no encajan dentro del machismo. Por eso la novela dista mucho de ser machista.

El texto es extraño y demasiado surrealista. Es difícil no sentir desconcierto al leer los últimos párrafos. Susana al ser “nalgueada”, encausa su rabia y coraje en una especie de excitación, mezclada con una sensación de cariño y respeto hacia su marido. Inclusive, se resigna hasta cierto punto, pues piensa que si el destino le puso a Eligio en su camino, debe ser el hombre con quien debe pasar el resto de su vida. Aparte, la actitud de Eligio es bastante peculiar, porque no puede evitar demostrar una personalidad dominante y enfermiza. Con respecto a las personas que veían desde la ventana, sólo puedo agregar que el morbo por seguir observando ese acto tan extraño, es desagradable, y no porque me espante con las escenas sexuales (descritas a fondo por José Agustín), sino porque me deja una sensación de incredulidad. Dudo mucho que en la vida real se pudiera desarrollar una imagen de tal envergadura.

El “cascarón” de la historia sí me gustó, pero la esencia de la misma quedó a deber, no me hizo muy feliz, esperaba algo más, aunque probablemente al pertenecer al género de la novela, José Agustín la escribió bajo una tendencia romántica (hablando de la corriente literaria), lo cual justificaría el recalcitrante sufrimiento de ambos personajes, y el final tan inverosímil protagonizado por Susana y Eligio.