viernes, 23 de abril de 2010

Entrevista a Malinalli - Tomo I

Deseo fundirme con el Universo, nacer a la eternidad: Malinalli

¿Bendición o maldición? ¿Suerte o desdicha? ¿Creadora o destructora? Ha recorrido su camino por los senderos de la vida bajo la presión de estas dicotomías.

Se le conoce como La Malinche, pero ella prefiere que la nombren Malinalli. Su nacimiento acaeció en Painala, un poblado cercano a la Villa Rica de la Veracruz, pocos años antes del arribo de Hernán Cortés a ese puerto.

Su vida puede compararse con un juego de serpientes y escaleras, pues algunas de sus decisiones le han permitido sentirse una mujer plena, pero otras le han robado la paz, el sueño y la felicidad. Malinalli fue pieza clave para la caída de Tenochtitlan, pero también lo fue para la conformación de una nueva civilización. Ya lo había profetizado su abuela, Malinalli lo perdería todo, para encontrarlo todo.

A cinco años de la caída de la capital mexica, la culpa y el resentimiento siguen sin apartarse de su corazón. Ha unido su vida a la de Jaramillo, un militar español de alto rango, ha dejado de sostener cualquier tipo de relación con Hernán Cortés, y actualmente está dedicada en cuerpo y alma su familia.

El lugar de nuestra cita es el patio de su casa. He llegado puntual a nuestro encuentro, ella yace sentada sobre el pasto y me invita a colocarme a su lado derecho. Malinalli denota nerviosismo, es una joven muy tímida y amable.

El entorno es fastuoso, resaltan a la vista hermosos árboles frutales y cuatro riachuelos que atraviesan el patio formando una cruz. El aire que circula en el ambiente es puro, el sólo hecho de inhalarlo produce en mí una sensación de tranquilidad.

• Orígenes

Sé que tuviste una infancia complicada, llena de sinsabores, ¿podrías describir las sensaciones producidas en tu ser durante ese periodo de tu vida?
Mmm... –su vista parece nublarse, aprieta la mandíbula, inclina su rostro y parece ir directo al baúl de los recuerdos para emitir su respuesta– Desde mi nacimiento tuve un estigma por ser mujer, ya que mi madre deseaba un varón, aunado a esto, mi padre murió en los albores de mi trayecto en este mundo.

Malos tratos, despreció y desamor eran el pan nuestro de cada día, de no ser por el cariño profesado por mi abuela para conmigo, no hubiera podido mantenerme en pie de lucha.

La prueba más tremenda la afronté cuando mi madre decidió venderme tras la muerte de mi abuela, pues deseaba disfrutar de su vida al más puro estilo hedonista. Me dolió en el alma el menosprecio del cual fui víctima por parte de mi progenitora, la herida no ha cicatrizado, es indescriptible la envergadura de dicha desazón.

¿Puedes describir la cosmovisión del Universo que se tenía antes del arribo de los españoles?
A grandes rasgos puedo enunciar lo siguiente: la suma importancia otorgada a la naturaleza estaba representada por varios dioses a quienes venerábamos, respetábamos y teníamos toda la fe del mundo. Cada uno de ellos representaba un elemento distinto del inmenso Universo, su amor hacia nosotros era intrínseco y no estaba condicionado, aunque por supuesto nosotros siempre tratábamos de hacer lo mejor para su beneplácito. Tonantzin y Quetzalcóatl son los seres omnipotentes a quienes más admiro y de quienes tengo una mejor concepción. Ambos lucharon demasiado para brindarnos un lugar lleno de detalles sublimes e invaluables, ¡es una maravilla!

Continuará...