La primera ronda de la Euro 2012 es historia, y como toda buena historia llegó a un resultado -parcial- a partir de factores que, a priori, no eran previsibles. Por ejemplo, hace un mes nadie pensaba que el seleccionado holandés se caería a pedazos, sin embargo, le pasó lo que al ilustre de Peña Nieto: llegó sobrado a un encuentro contra un equipo joven, pensando que con la camiseta, la fama y el buen gusto se llevaría las palmas. ¡Oh sorpresa!, en 90 minutos no sólo fue derrotado, además hizo el ridículo y salió por la puerta trasera, lleno de dudas y de frustración. Desde entonces jugó con miedo. Para Holana, Dinamarca fue su Ibero.
Hablemos de los ocho eliminados (sí, dije que cinco de ellos iban a estar en cuartos de final, soy tan chafa como los que leen la mano, el café y el tarot):
Hablemos de los ocho eliminados (sí, dije que cinco de ellos iban a estar en cuartos de final, soy tan chafa como los que leen la mano, el café y el tarot):
Polonia: se me figura a los Estados Unidos: tiene dos o tres jugadores destacados y el resto no tiene mal nivel pero son medio ingenuos e incapaces de conjuntar sus habilidades. Casi todos sus avances se dieron a través de esfuerzos individuales. Nunca dominó un estilo de juego. No aprovechó la localía ni el apoyo de su gente. Les falta sacrificio, organización, pasión, hambre de triunfo. Lástima que ni los militantes del Dortmund pudieron echarse el equipo al hombro.
Rusia: les faltó la pegada mortal que transforma un buen equipo en un equipo campeón. Fueron víctimas del absurdo sistema de desempate de la UEFA, pues se van a casa con cuatro puntos, cinco goles a favor y un +2 de diferencia. Es decir, tuvieron mejor marca que los helénicos. Con su partida se va la oportunidad de ver a un equipo muy agradable y, sobre todo, a Dzagoev: ¡vaya jugadorazo! (Se los advertí.)
Holanda: quería hacer una entrada únicamente
para ellos. No pude, la decepción no me dejó. Su paupérrimo desempeño me rompió de varias formas:
echó a perder mi quiniela; quedé triste por ver cómo CR7 humilló a mi selección
favorita; y he sido víctima de las burlas de amigos y conocidos. Robben no
debió ser titular, ojalá se hubiera lesionado días antes del inicio del certamen. El MVP de la Premier, van Persie, lució desesperado, pues casi no entró en contacto con el balón; sus compañeros de selección, a diferencia de los del Arsenal, no lo buscaron acuciosamente. Afellay llegó fuera de ritmo; van der Vaart jugó poco y no lo colocaron en su posición ideal; Huntelaar estorbó a van Persie, y en torneos grandes nunca refrenda lo que logra en
eliminatorias y amistosos; van Bommel y De Jong son unos trogloditas, le restan
fluidez al juego, es una vergüenza que van Marwijk, teniendo a Strootman y
Schaars, los haya puesto de titulares; Sneijder y Stekelenburg fueron los
mejores: el primero a partir del esfuerzo, la lucha y los chipazos de genialidad; el
segundo evitando que la tragedia fuera mayor. Por su parte, la defensa fue un
asco gracias a los cinco que en ella participaron (van der Wiel, Vlaar, Heitinga,
Mathijsen y Willems); como dice Gerardo Velázquez de León: “hasta Lobos BUAP
defiende mejor que esos petardos”. Sin exagerar, no había visto, en un Mundial
o en una Eurocopa, una defensa tan mediocre como la holandesa. “Déjenme
llorar”, diría la Morrison.
Dinamarca: le hicieron la maldad a los
holandeses y con eso se dieron por bien servidos. Faltos de calidad en ataque,
no pudieron hacerse fuertes en defensa. Cuando tenían que dar un golpe de
autoridad contra Portugal, se desinflaron y ahí perdieron su boleto a cuartos.
Más allá de la sorpresa que dio en 1992, el equipo nórdico es un invitado que, como dirían en el barrio, "ni picha ni cacha, ni deja batear".
Croacia: después del nivel mostrado se merecía estar entre los mejores ocho. Le faltó ser más contundente y correr con mejor suerte; no contaba con
la desastrosa actuación del árbitro en su duelo frente a España.
El volcán más activo de los Balcanes tendrá que esperar otros cuatro años para materializar su fin último: incendiar toda Europa.
Irlanda: Se entregó al máximo y ni así opuso
resistencia. Given, Duff, Andrews, Keane y compañía bien podrían ser los
protagonistas de algún relato de Dublineses,
de James Joyce, quien por primera vez no celebró el Bloomsday (16 de junio), como protesta por las enormes deudas -futbolísticas, políticas y económicas- del país.
Ucrania: pasó de ser el equipo más endeble a
ser el rival incómodo, combativo en defensa y vertical en ataque. Todo ello
gracias al apoyo de su hinchada, la cual está en el podio junto con la
irlandesa y la inglesa. Fueron dignos anfitriones. Quizá merecieron más, quizá,
y eso ya es ganancia, pues pocos esperaban una actuación tan seria de su parte. Por cierto, Shevchenko lo reafirmó: ¡es un semidiós!
Suecia: Los escandinavos decepcionaron.
Ofensivamente sí tenían armas para destrozar a cualquiera, pero creyeron que la
magia de Ibra cadabra bastaba para salir victoriosos. Se
equivocaron, ni el ariete de los rossoneri pudo solo, ni la vetusta defensa
soportó los embates de sus rivales. La victoria en la última batalla no sirvió
más que para la honra y gloria de Odín.
El viejo continente sufre achaques
propios de su edad: varios de sus órganos están muy enfermos y el sistema
inmunológico los reprime para que el resto no se contagie. A grandes rasgos, la
Euro 2012 es una puesta en escena de esa historia jodida por la
rapacidad, el egoísmo y la avaricia: la troika. Ojalá, como en todas las grandes
historias, surja un elemento externo, de esos imprevisibles, que le dé alegría,
salud y fuerza a este mítico territorio.