Grupo D
Para Ucrania ya es un gran logro ser
parte de un torneo en el que nunca antes ha participado. Es, además de
Polonia, el país anfitrión, y esa condición es sinónimo de orgullo y alegría en
medio de un clima tan crispado por diversos problemas sociales y políticos. Dicho
sea de paso, ¿es válido que sus habitantes se valgan de la exposición a nivel
internacional que la Euro proporciona para denunciar la transgresión y/o
nulidad de derechos humanos? Sí.
¿Podrán los ucranianos dar la nota a
partir de su desempeño futbolístico y no de los actos de racismo de sus aficionados?
No lo creo. Si bien Michel Platini, presidente de la UEFA, fue contundente a la hora
de fijar una postura crítica respecto de este tipo de violencia e incluso
prometió castigar a quienes la ejerzan, en los hechos ha optado por la
indulgencia (véase lo sucedido en el entrenamiento holandés de hace unos días). Por
su parte, el Gobierno local arguyó que el racismo es un cáncer propagado en
todo el viejo continente –lo cual, aun siendo cierto, no los exime de culpa.

Los ucranianos tendrán su Primavera con una esquina rota: la
felicidad de su primera vez traerá consigo mucha tristeza.
Debo confesar que algunas veces sí
aprendo de mis errores. Hace dos años hice varias quinielas para el Mundial y
puse a Inglaterra como finalista. Tenía, como narra Dickens, Grandes esperanzas. Creí, tontamente,
que por primera vez (su campeonato de 1966 es cosa aparte: fueron locales, su gol
fue fantasma, etc.) unirían la fuerza de sus individualidades y la pondrían a
disposición del equipo. Ni con el afamado Capello sentado en el banquillo lo lograron.

Entre choques, centros y pases
larguísimos, veo a los ingleses en una disputa muy pareja con los suecos por el
segundo lugar del grupo.
Suecia tiene a Ibrahimovic, el Thor
del futbol, en la cúspide de su carrera. El ariete del Milán es el eje del
equipo, alrededor suyo giran Toivonen –delantero polivalente y de vastos
recursos–, Larsson y Wilhelmsson –ambos poseen gran pegada de media distancia y
habilidad en el mano a mano.
Su poder ofensivo no está en entredicho.
En contraparte, su línea defensiva, capitaneada por el viejo marino del
Báltico, Olof Mellberg, sí lo está, debido a la lentitud y a los errores de
ubicación (cuenta la leyenda que en entre 2008 y 2009 perdieron la brújula en
una de sus tantas batallas rumbo a Sudáfrica, adonde nunca llegaron). Bajo
este panorama el barco vikingo deberá elevar anclas si quiere hundir a sus
adversarios antes de que Ran y sus nueve olas (divinidad de los mares y sus
hijas) lo devoren y arrastren al fondo del mar.
Si Odín así lo quiere, y los ingleses se
dejan, diviso a Suecia en el puerto de los cuartos de final. Al tiempo.
Oigan,
franceses: “I know how you want to play”, como dice April March en su sensual “Attention
Cherie”. No les molesta ceder la posesión del balón porque cuando Cabaye o M’Vila la recuperan,
en seguida orquestan bellas y rápidas jugadas que Nasri, Ribéry –siempre punzante
y frontal, flota por todo el frente con sagacidad– y Benzema se encargan de
interpretar.

¿Hay motivos para ser optimistas con
Francia? Sí. Mas no todo es perfecto, existen dos factores negativos: salvo Ben
Arfa, el resto de la banca no tiene mucha calidad; y son vulnerables en defensa
–Mexès es un tronco y pierde los estribos fácilmente–, sobre todo por las
bandas, donde seguro extrañarán a Sagna y Abidal. En conclusión, vislumbro al
equipo galo como primer lugar de este grupo; después, en un encuentro muy
abierto, el segundo lugar del Grupo C los despachará.
En las últimas cuatro entradas hemos viajado por toda Europa para platicar sobre los 16 participantes de la Euro Polonia-Ucrania 2012. Su compañía ha sido un placer. P. D. Ahora que nos quedamos en Francia, busquemos a la Maga para que nos diga quién será el campeón. ¡Au revoir!
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