¿Rumano o francés? ¿Filósofo o lírico? ¿Emil o Mihai? En los tres casos
la respuesta es: ambos –o ninguno, escoja usted–. Cioran también fue un
apátrida ensayista y aforista que alcanzó la cima del mundo al descender a los
infiernos de su ser (proceso incendiario que requiere dejar la moral y la
autocompasión de lado. No cabe el optimismo per sé ni la lógica
abstracta).
“Estar enfermo es vivir, quiérase o no, sobre
cimas, las cuales, sin embargo, no representan únicamente alturas, sino también
abismos y profundidades.” E. M. Cioran.
Quien desee estar En las cimas de la desesperación debe entregarse a los momentos infinitos, al paroxismo de sus sentidos y sentimientos, alejarse del mundo de las ideas, acercarse al terreno del placer, donde se disfruta del dolor causado por el aprendizaje y las experiencias en esta vida que carece de sentido (lo cual reafirman muchas personas, en especial las religiosas, al reprimir sus profundos anhelos y sus inherentes necesidades porque, muertos en vida, perciben este prodigio como un medio para alcanzar una recompensa eterna).
Cioran era, es y será un falso filósofo, al estilo del falso nueve del
Barcelona y la selección española. ¿Por qué? Porque para él la filosofía era el
arte de disimular los tormentos y los suplicios propios, y evidentemente nunca
hizo tal cosa. Además, a diferencia de los amantes de Sofía, se
desapegaba con facilidad de sí mismo, se arrancaba de su ambiente natural y se
entregaba a la soledad –intra e interpersonal.
Se escabulló del suicidio al confrontar su carne contra su espíritu y
expulsar esa energía través del lenguaje. Sin embargo, no creía que el suicidio
fuera una tragedia o una forma elevada de expiación. “Sólo se comprende la muerte si se siente la
vida como una agonía prolongada, en la cual la vida y la muerte se hallan
mezcladas”, decía.
Su dolor rebasó la nostalgia y la melancolía –dadora de consuelo o
resignación– a la velocidad de la luz hasta colisionar con la consciencia
adquirida al comprender muchas de las circunstancias del hombre. De ahí nació
su tristeza. Como a Eva y Adán, el conocimiento lo condenó, lo alejó de la
felicidad impoluta.
“Mi desgracia consiste en que deseo ser
decepcionado en amor para tener nuevas razones de sufrir. Pues sólo el amor nos
revela nuestra degradación.” E. M. Cioran.
Cioran propuso avanzar hacia la muerte deconstruyendo los paradigmas,
los juicios de valor y los diversos estadios del ser; sin negar el miedo, ya
que puede acelerar el viaje hacia la plenitud. De no practicar lo anterior, el
humano está destinado a convertirse en un esclavo lamentable e impotente de la
realidad exterior.
P. D. A los 21 años Emil escribió En las cimas de la desesperación. A los 21 años llega a mí:
él, su libro y la desesperación más grande y dolorosa de mi historia.
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