Por las calles de Buenos Aires
se le ve
transitar,
es un viejo,
es un tal Borges,
o quizá es
Pierre Menard.
De la mano de
una dama
(¿la Kodama o
su mamá?)
da pasitos
taciturnos
que lo alejan
de este mundo.
Bioy lo
encuentra y le pregunta:
“¿qué hacés
con ella?, ¿adónde crees que vas?”
A lo cual
Georgie contesta:
“me llevá a
la biblioteca,
me leerá en
santa paz.”
Con desdén y algarabía, la dama desvela su
identidad:
“soy la
muerte, y esta noche te he de llevar
a una
biblioteca en suelo suizo,
que a partir
de ahora será tu paraíso.”
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